Mi cabeza ha estado seca esta semana, además de que les debo una disculpa por no haber publicado ayer, pero en la vida de una persona hay días realmente ocupados en los que no puedes hacer todo en un mismo día. De esas veces que quisieras que el día tuviera 26 o hasta 30 horas.
Lo que aprendí de esta semana llenado complicaciones extrañas es que siempre es mejor mantener la paciencia, y verle el lado divertido a las cosas, es mejor reírse a enojarse y odiar al mundo.
Si hubiera sido yo hace unos años seguro me hubiera pasado toda la semana de mal humor y quejándome de por qué las cosas se daban como se dieron; pero ahora años después creo que he mejorado en ese aspecto, es cierto que aún tengo mis días de odiar al mundo, sobretodo a los que se tengo cerca… sin embargo te das cuenta de que el cómo de ciertas situaciones no las puedes controlar y sí te puedes enojar, deprimir, entristecer, pero, ¿por qué lastimar a otros?, ¿acaso por qué a mi me pasó debo cobrarme con otros? No creo que sea así el asunto, es por eso que he cambiado, he entendido que muchas de las cosas que pasan en la vida no son mi culpa, menos la culpa de mis cercanos, por lo tanto no tengo que ir a desquitarme con ellos. Es cierto, no debo quedarme con los malos sentimientos pero hacer catarsis de otra forma en lugar de comportarme mal con mi familia es mejor.
Además, considero que mantenerse optimista ante ciertas situaciones ayuda a que no te afecte tanto, puedes dejar ir las cosas más fáciles y ¡sigues sonriendo! <3
Ha sido una entrada pequeña, pero espero que sea de ayuda o reflexión para ustedes.
Nos vemos el próximo Jueves. Promesa.
Dile.
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